Nos deben mucho

Nuestro País
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30.1.2022
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Una vez más la realidad supera la ficción. Cuánta nausea, cuánta rabia que encorva el cuerpo. Si escucharlo nos indigna, imaginar a una madre, a una hermana, a una familia buscando entre montañas de ropa alguna pista que marque el camino de la justicia, o que represente una marca donde volcar tanto dolor, sin duda es indescriptible.

La violencia sexual es el denominador común de los espacios de noticias, esta vez llegaron más de setenta de golpe, en manada, en grupo y a desplegar a un sistema patriarcal que se ensaña con el cuerpo de las mujeres, que las condena al miedo, a la violencia, a la tortura, y que encuentra justificaciones en un desgastado, pero todavía vigente, discurso de “psicopatología” —tan de la mano con los “crímenes pasionales”— todo sirve para no poner el dedo en la llaga por temor a seguir llenándose de sangre, de todas maneras, pus es lo que sobra.

Es precisamente el mismo sistema que tiene a tantas y tantos repitiendo “que las mujeres exageran”, o que las sigue culpabilizando de violaciones y feminicidios, como si tener que avisar “llegué, y llegué viva” deba ser la “normalidad”, otra vez se trata de un abanico de excusas atrincherado en mostrar que a las mujeres se las prefiere muertas antes que libres.

Desde luego a Richard Choque Flores es más cómodo llamarlo “psicópata sexual desalmado”, o “narco extorsionador”, libera conciencias y culpas, y hasta dispone más de un escenario para reproducir lo que Rita Segato llama la “Pedagogía de la crueldad”, en el que los relatos públicos morbosos no solo son peligrosos por el efecto de contagio que producen, sino por lo que ella misma denomina como “endurecimiento de la piel colectiva de la sociedad”, proceso en el que se ve disminuida la posibilidad de ponernos en el lugar de la otra persona, sentir empatía, cuidado y respeto.

Están estos términos, pero también a los feminicidas se los describe como “monstruos”, y el problema con ellos —volviendo a Segato— es que los monstruos son temibles, pero poderosos, y el poder sigue ocupando el podio de los mandatos masculinos en el sistema patriarcal, en el que a las víctimas se las vuelve a quebrantar, a violar, a matar. La Justicia, la Policía y el sistema no funcionan; y la sociedad muchas veces cambia la página, hace click.

Con nombres y apellidos de los culpables, que sabemos que también vienen en manada, hay que exigir y tomar justicia, pero también será necesario dejar la comodidad y que la violencia no nos dé lo mismo, o nos indigne un 25 de noviembre, que la soberanía no sea solo la propia, que el silencio no sea cómplice, que no tenga que pasarnos “para que algo pase”.

Hoy está en las noticias y el Estado es responsable. La dignidad, la libertad, la justicia, la vida, a las mujeres nos deben mucho.

Cecilia Terrazas Ruiz es feminista y comunicadora social.

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